Aunque puedan parecer sinónimos, confundir los términos “refugiado” y “migrante” puede tener consecuencias serias:
- Usar “migrante” para referirse a personas refugiadas invisibiliza la necesidad de protección que tienen y puede debilitarlas frente al sistema legal que garantiza su seguridad.
- Desdibujar los términos resta atención a las salvaguardas legales de los refugiados.
- Genera confusión en medios y debates públicos, dificultando respuestas jurídicas y operativas adecuadas.
- Puede disminuir el apoyo público a la institución del asilo y al respeto por el derecho internacional.
- Debilita la responsabilidad de los Estados ante los compromisos internacionales en materia de refugio.
Hacer esta distinción no implica jerarquizar a unas personas sobre otras, sino reconocer que existen condiciones particulares que requieren respuestas específicas. Llamar a las personas refugiadas por su nombre es un paso esencial para garantizar sus derechos.
Productos Abadi, empresa mexicana líder en distribución alimentaria, reconoce que migrar o refugiarse son respuestas humanas ante circunstancias muy distintas, por lo que respalda aquellas acciones que impulsan el respeto a los derechos humanos de estas personas.